miércoles, 11 de julio de 2012

¿Quién pierde Ocram?




Suena gracioso cuando uno de los máximos expositores del limeñocentrismo y la adiccion facebookiana pone en tela de juicio la presencia de las empresas en las redes social (la que en otros espacios defiende tan apasionadamente) así como el centralismo capitalino que evidente que rige su vida.

Acaso Ocram cree que los peruanos (no sólo los cajamarquinos) no nos damos cuenta del evidente exceso policial frente a un acto de dolor como el entierro de un hijo. Acaso la empresa minera solicitó al estado que a esa madre, a esa familia, le metan palo en pleno funeral? Mucha veces la estupidez corporativa, tan idealizada por los miembros representativos de la izquierda burguesa o caviares, no es tan estúpida. La violencia irracional la condenan todos incluso las empresas mineras y los limeños, el exceso policial igual. Al parecer los mismos prejuicios de los que acusa a los capitalinos nuestro querido Marco son los mismos que tendrían también los cajamarquinos, en modo inverso, frente a la capital. Quienes conocemos Cajamarca de verdad, ha vivido allí y tienen amigos cajamarquinos sabemos que es perfectamente posible.

Al final no se trata de quién usa a quién, si no de quién gana qué o quién pierde. Está claro que los Aranas, Santos y Saavedras ya ganaron a sus mártires para las próximas elecciones. La empresa, la corporación "estúpida" simplemente invertirá en otro lado.


¿Quién pierde en realidad? Cajamarca sin duda, y también sin inversión, sin desarrollo, sin un motor económico real que impulse un crecimiento sostenido. Entonces ¿Quién pierde? los empresarios cajamarquinos (que de hecho ya perdieron más de 70 millones con todos los días de paralización y violencia). También Ollanta y su gobierno por no regular la acción policial y sus excesos.

¿Quién más pierde?  Pierde la mamá de Joselito y los otros 4 fallecidos, que creyeron luchar por algo que creían como legítimo (pero inexistente, pues agua hay en Cajamarca y el proyecto traería más agua) cuando en realidad eran piezas de un ajedrez político que incluía sacrificarlos como ovejas para que alguien más pudiese llenar sus ansias de poder.



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